En este jardín, ubicado en Orihuela (Alicante) nos centramos en una de las partes más importantes. Se diseñaron otras zonas, pero esta es la más atractiva en cuanto al diseño; más complicada a la hora de la ejecución; y más imponentes al final.
En su primera visita, nos encontramos con un jardín cubierto por palmeras, sin ningún tipo de armonía, y por una hilera de árboles que conducían al final de la finca. Pero, en este final no había nada más que una pared y tres palmeras.
Parecía una arboleda de paseo. Pero al ir recorriéndolo, no conducía a nada, sólo al final de la finca.
Una vez que lo has recorrido un par de veces, ya no te invita a volver. Además, hay que tener en cuenta que la casa está situada a nuestra espalda y la piscina no está en esa zona del jardín, que es la más grande. «Pienso que si no hago algo en esta zona tan importante, es como si la perdiera, y quiero que mis clientes la disfruten en su totalidad», explica Ramón.
La gran ventaja es que ese paseo ya disponía de plataneros, a los que había que sacar partido y poner en su lugar. Además, las palmeras ofrecían la posibilidad de hacer juegos de caminos y plantación.
¿Cómo puedo hacer que esta zona sea visitable?
En este punto, a nuestro paisajista, Ramón Escobar Lago, le surgen algunas preguntas: «¿Cómo puedo hacer que esta zona sea visitable? ¿Cómo puedo obligar a mi cliente a bajar sin que le fuerce?. Si a eso le sumo que estoy en el sur, mi primera idea es el agua, Granada, el jardín árabe, sentirme acompañado aunque baje solo».
Para ello, se va a visitar a un anticuario y selecciona varios elementos constructivos. Elementos que le van a dar la pauta para desarrollar este particular paseo.
Con los elementos seleccionados, Ramón ya tiene una idea de lo que quiere hacer: «un paseo donde el agua nos va acompañando, que nos atraiga, que nos empuje a bajar con él». Se inspiró en los jardines árabes de La Alambra, pero veréis que incluyó estatuas y una fuente barroca. Una inspiración.
Se planifica un recorrido compuesto por ladrillos y piedras con unos canales laterales que, al principio, nos acompañan a los lados y después se juntan en una fuente para que tengamos una sensación de que nuestro camino no es tan largo. Se coloca un punto de referencia en medio del camino para hacerlo más atractivo, que no sea todo el recorrido igual. A mitad de camino, ya se ve el final. La finca termina en una zona donde podemos descansar, meditar y disfrutar del agua.
En este lugar es donde se colocan los elementos decorativos más impresionantes y de más complejidad.
Las palmeras ya tienen su misión. No parece que se han puesto allí sin ningún sentido como antes. Nos marcan el final y dan esa sensación de oasis que estaba en la cabeza de Ramón.
Después, de distribuye la vegetación, se van probando todas las instalaciones y se remata cada zona. Es importante señalar que se colocó pizarra en todo el recorrido del agua, para que el color negro nos diera sensación de profundidad. También se colocaron pizarras sueltas en el canal, para que frenara el agua y la hiciera mucho más visible.
Resultado final
Un paseo que te invita a recorrerlo. Sabes que el agua te acompaña y que llegarás a una zona de descanso, rodeada de vegetación de distintos tipos. «Al final de este paseo, tenemos nuestra recompensa, nuestro rincón secreto, nuestro espacio de paz y descanso».