Una mano en el Jardín. Muchas veces en nuestra profesión nos plantean peticiones curiosas, a las que tenemos que dar soluciones más o menos imaginativas.
En el diseño de jardines no siempre nos encontramos con espacios por construir, que es lo que nos resulta más sencillo. En innumerables ocasiones, nos encontramos con jardines para remodelar, a medio hacer y algunas peticiones insólitas…
Es esta ocasión, nuestro paisajista, Ramón Escobar Lago, se encontró con una de estas peticiones insólitas. El cliente tenía una escultura que quería colocar en su jardín. Esto no es tan raro. Lo raro viene cuando ve el tipo de escultura: una mano.
Esta mano tenía que incorporarla al jardín. Pero en la piscina, donde podía haber servido como cascada, no podía ser. Ya estaba terminada y la escultura llegó a posteriori.
Una escultura de color verde en un jardín lo normal es que quede oculta por la vegetación. Eso o colocarla sobre un fondo de otro color.
Soluciones
Ramón quiso ponerla cerca de la entrada principal. No había vegetación colindante y los colores de detrás no iban a ser verdes. Además, en la entrada principal había un respiradero que era cualquier cosa menos bonito. Al poner la escultura cerca, evitaría que la vista fuera a la zona fea.
El segundo paso era cómo hacerla llamativa.
Lo primero que se le ocurrió a Ramón es que la mano pareciera que salía de la propia tierra, que tuviera la sensación de emerger. Planteó una elevación en el terreno para hacer como si lo rompiera la mano. Hasta ese momento, el diseño iba cobrando forma. Pero entonces, el cliente pidió que hubiera agua…
La solución vino fijándose en que cada uno de los dedos estaba apuntando en una dirección, con una inclinación diferente. Y lo que hizo es que surgiera agua desde cada una de las yemas de los dedos.
«Tenía claro que era algo absolutamente antinatural, pero una mano de esas dimensiones también lo es. Muchas veces no quiero exponer las cosas tal cual son en realidad, me gusta darles un giro o hacer algo que llame la atención», explica Escobar.
Así, desde cada una de las yemas hizo que saliera un chorro de agua y que la mano saliera del agua.
Si os fijáis, cada chorro apunta en una dirección y esto resulta muy curioso para cualquier persona que la ve. «Creo que generé sorpresa por los chorros, majestuosidad por la dimensión de la mano y algo de curiosidad, ya que todo el mundo se imagina, de forma rápida e instintiva, el resto del cuerpo de esa mano», afirma nuestro paisajista.
Todas las visitas quedan impactadas nada más entrar en esta casa por la escultura y por el gigante que se esconde en el subsuelo…