Quien tiene un estanque tiene un pequeño paraíso líquido. El agua es sinónimo de tranquilidad y paz. El sonido del fluir del agua en recovecos y pequeñas cascadas o fuentes, evoca gratificantes sensaciones y convierte el estanque en el centro de atención del jardín.
En todas las culturas y épocas, el agua es considerado elemento de vida. Muestra de ello lo vemos en jardines de procedencia árabe o cristiana, en jardines del renacimiento, italianos o ingleses. Así, en la Alhambra de Granada, en monasterios, en Versalles o en los propios jardines del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso (Segovia) el agua es el eje central sobre el que giran las construcciones.
A la hora de plantear nuestro propio estanque, debemos localizar la ubicación más adecuada dentro del jardín, terreno, parcela o aquel lugar donde queremos construirlo.
Realmente, no tiene que reunir características o condiciones especiales. Tan sólo hay que tener en cuenta el tamaño del conjunto, para crear el estanque adecuado a las dimensiones de las que disponemos.
¿Dónde situamos el estanque?
Como ya conocéis a nuestro paisajista, sabéis que a Ramón Escobar siempre le gusta esconder para luego descubrir.
Ya sea en una pequeña terraza o en un gran finca, el secreto es desvelar algo que, a simple vista, no se percibe y que, una vez expuesto, se convierte en un punto de atracción. Por ello, apunta Ramón, “el estanque no se debe poner en la zona más cercana a la casa, si no algo más alejado, para así invitar a pasear y sorprender”.
Una vez definido el punto ideal para dar forma a nuestro oasis, nuestro paisajista, CEO de Hispania Verde, Ramón Escobar, sugiere colocar unas hileras de ladrillo en los laterales del estanque. De esta forma, el relieve gana consistencia y se completa el borde del estanque de forma firme. ¿Qué ganamos con esto? Pues, además de obtener una sensación visual más compacta, logramos evitar que se pise en los bordes y se creen pequeñas vaguadas que resultarían incómodas y afearían el resultado final.
El tamaño del estanque
En función del tamaño del estanque, se pueden crean elementos visuales, y también sonoros, para conjugar una atmósfera ideal.
Así, dentro del estanque se puede formar una pequeña montaña por la que discurra el agua o alguna cascada en los laterales. Si es más grande, pasarelas, escalerillas o una gran cascada central que se convertirá en un punto de interés y atraerá todas las miradas. Para crear esa cascada, nos explica Ramón Escobar, se van insertando tubos que parten de la bomba sumergida en el estanque. Después, esos tubos van saliendo por distintas zonas de la cascada para que el agua se difumine al máximo posible. Una vez lista la cascada, se colocan los filtros necesarios para limpiar el agua de impurezas.
En cualquier caso, si el espacio del que disponemos es de dimensiones reducidas, recomienda incorporar un punto de sonido de agua, aunque sea una pequeña acequia o un punto de fuente. A fin de cuentas, el objetivo es el mismo, conseguir una atmósfera fresca y tranquila.
Agua y plantas en una combinación extraordinaria
Terminada la construcción del estanque, llega el momento de darle colorido y aroma. En este punto, nuestro experto paisajista recomienda combinar tonos verdes con plantas vivaces.
De este modo, en el entorno del estanque se puede colocar algún que otro arbusto pequeño para dar esa sensación verde de naturaleza pura. Por otro lado, no puede faltar las plantas vivaces para animar y jugar con el colorido y el movimiento que generan.
En este sentido, los nenúfares son imprescindibles en estas combinaciones. También los juncos. Además, se pueden utilizar plantas acuáticas que limpian y “viven” en el estanque. Y, si quieres, también en tu estanque pueden nadar diferentes variedades de peces.
Para la composición final, combinaremos diferentes colores y alturas. Será un gusto para la vista, también para el olfato y para el oído con el fluir del agua.
También debemos de tener en cuenta que la vida natural girará alrededor del estanque, con insectos y pájaros que llegarán atraídos por el agua y las flores.
Pérgolas, bancos y elementos que permitan disfrutar del estanque en todo su esplendor, en diferentes momentos del año viendo cómo evolucionan las especies florales plantadas, completarán un refugio exclusivo.
El mantenimiento del estanque
Los cuidados básicos consisten en la limpieza de filtros; si, además, contamos con peces que limpian de forma natural el agua y de una cascada que proporcione oxígeno, mejor que mejor.
Por lo demás, dependiendo de la zona geográfica por las temperaturas, en invierno puede ser aconsejable vaciar los filtros.