Podríamos definir este proyecto como el de un paisajista segoviano creando en Galicia un jardín francés en un pazo, con un gran lago incluido, en una enorme y antigua finca agrícola de casi 40.000 metros cuadrados.
Ramón Escobar tomó las riendas de esta impresionante creación hace 25 años, y le llevó una década de trabajo convertir lo que en principio iba a ser un jardín particular, en unos espectaculares jardines para eventos en A Coruña.
“Fue empezar de la nada, porque no había nada de nada”, recuerda el CEO de Hispania Verde. “Ni siquiera existía el lago…”, rememora. Realmente, donde hoy vemos un lago de 14.000 metros cuadrados, tan sólo había un fangal.
De hecho, reconoce Ramón, fue un “trabajo de chalao” con momentos tan surrealistas, que siempre guardaremos con cariño en la memoria, como cuando echamos enormes nenúfares sobre el agua desde una pequeña barca.
De un pazo con un molino y un fangal, a un maravilloso lago
Como la finca del antiguo Pazo do Tambre estaba totalmente destrozada, lo primero fue definir qué hacer con el fangal que encharcaba el terreno.
Ahí al propietario se le ocurrió aprovechar la circunstancia y crear un lago. Se utilizaron 700 camiones de tierra drenando el terreno que, después, se reutilizaron en la creación de los bordes del estanque. Inicialmente, el lago iba a tener una sola plancha; sin embargo, finalmente, se optó por cortarlo en dos partes de 5.000 y 2.000 metros cuadrados, respectivamente.
Y según iba creciendo el lago, iba aumentando la ilusión por este apasionante proyecto.
“No hay otra forma de hacerlo”, apunta el paisajista Ramón Escobar. “En extensiones tan grandes, hay que ir poco a poco, configurando zonas que, una vez terminadas, se convierten en una extraordinaria motivación para seguir trabajando en otros puntos. Y así, poco a poco, vas viendo cómo va tomando forma aquel plan que tenías en tu cabeza”, explica.
No obstante, como paisajista experimentado, sabe que plantas, árboles y jardines tienen vida propia. En este sentido, el Pazo do Tambre no fue un caso excepcional.
Mientras se iban decorando los lagos, se acometían otras áreas del pazo. Además, como su propietario decidió cambiar el uso personal por el hostelero, se apostó por crear diferentes espacios con distintas variedades florales para que el jardín para eventos cuente con especies llamativas o en floración la mayor parte del tiempo posible. De este modo, siempre luce y siempre parece diferente.
Un ‘jardín francés’ en un pazo gallego
Después del lago, había que hacer algo que fuera realmente llamativo, aún más sorprendente que esa enorme masa de agua que atrapa las miradas.
La pericia de Ramón Escobar le llevó a pensar que una especie de jardín francés podía darle un aire original al jardín.
La idea funcionó. La delicadeza de esta composición supuso un auténtico guiño visual en contraste con la sólida construcción gallega. No es exactamente la estructura de un jardín francés, pero sí semeja esa formación visualmente y sorprende a todo el que llega al Pazo do Tambre.
Más de 100 variedades de plantas y miles de árboles
Para mantener la esencia, se optó por muchas plantas autóctonas, pero especiales, claro.
Así, se pueden ver camelias de ocho metros que parecen auténticos árboles, rododendros de 3,5 metros de altura, glicinias que inundan un camino de 200 metros…
Además, hay variedades muy curiosas como las trepadoras clematis, euryops, grosellas o incluso kiwis.
También se pueden ver tilos que, a pesar de las reticencias iniciales sobre cómo “funcionarían”, ha sido muy grato verlos crecer como árboles majestuosos.
Fundamentalmente, lo que se ha buscado son plantas grandes que, en su hábitat, aún crezcan más. Y es que Ramón es muy juguetón con las plantas, le gusta comprobar cómo evolucionan y el resultado en el Pazo do Tambre no defrauda.
Sin embargo, este trabajo de paisajista no sólo se compuso de toques verdes.
Pasarelas, columnas, estatuas y cascadas dan vida a un jardín en el que, junto con el lago, el puente es uno de los principales focos de atención, y al que todo el mundo va para hacerse una fotografía de recuerdo.
Realmente, “todo lo que se puede hacer en un jardín lo encuentras en este pazo”, señala el paisajista.
El corazón de Ramón Escobar en el Pazo do Tambre
La “mano verde” del CEO de Hispania Verde se aprecia en cada rincón de la finca. No es sólo conocimiento, técnica y experiencia, es ese pálpito o pulso innato que te lleva a conocer plantas y terrenos, dar lo mejor y disfrutar de cada minuto de trabajo.
Durante 10 años estuvo desplazándose cada 15 días a Galicia para ver la evolución de este trabajo con el que, una vez más, comprobó “lo que sorprende la naturaleza, lo que es capaz de dar, es maravilloso”.
Ha tenido la fortuna de poder ver el jardín en todo su esplendor. De esas grandes obras, dice, siempre aprendes y ganas experiencias.