Las rotondas siempre sorprenden, para bien o para mal. Más veces para mal que para bien. Por varios motivos. El primero suele ser porque los Ayuntamientos no tienen mucho dinero para estas obras y la falta de diseño e imaginación suele ser una característica de estos jardines urbanos.
En segundo lugar, porque se consideran irrelevantes. No son transitables y se suele optar por algo fácil de mantener sin mucho problema.
Para nuestro paisajista, Ramón Lago Escobar, «las rotondas son lienzos en blanco, con posibilidades infinitas. No son meras transiciones de vehículos, sino exposiciones al aire libre, visitadas por miles de personas. Podemos representar en ellas la cultura de la ciudad o el pueblo donde se encuentran».
Todos hacemos una parada a la hora de entrar en una rotonda. Ponemos cuidado y precaución. Son más visibles que cualquier tipo de cartel anunciador.
Rotonda de acceso a una urbanización
En este caso, nos pidieron una actuación en una rotonda que da paso a una nueva urbanización. Contrataba la promotora que la construyó. Querían algo significativo y que identificara la entrada de la nueva urbanización, donde se encuentra un centro comercial; un campo de Golf; un Hotel; y un gran número de residencias de alta gama.
El proyecto inicial fue la creación de una gran rotonda que da acceso desde la carretera general a la urbanización.
Visión moderna
Ramón quería realizar una rotonda con una visión moderna, «que se viera desde lejos y que fuera creciendo según nos aproximamos. También pretendía que, además de espectacular por sus dimensiones, cumpliera una función estética importante, que combinara elementos distintos».
Con estas premisas, en primer lugar se imaginó una estructura cruzada de grandes muros de hormigón, que debían tener 8 metros de altura y que no estuvieran alienados con las carreteras.
Para combinar los distintos tipos de materiales, en esta primera aproximación incluímos unas cascadas de agua desde la parte superior de los muros de hormigón. Pero, además de lo espectacular de las dimensiones, «diseñé unos agujeros circulares en el eje donde se cruzan los dos grandes muros. Estos grandes agujeros van a ser la combinación entre distintos tipos de formas, rectangulares y circulares», explica Escobar.
Así, en primer lugar pensó que desde las circunferencias partieran unos chorros de agua que formaran al chocar una bola de agua. Pero, al chocar se perdía mucha agua y se decidió crear una esfera con radios de acero inoxidable, simulando la explosión del agua al chocar.
Para los chorros de la cascada desde la parte superior del muro, creamos un estanque con una forma de falso rombo para poder recibir el agua de los chorros. Además, cubrimos el resto de la rotonda con césped artificial y un conjunto de palmeras y arbustos para darle una sensación más natural.
«Al final, mi trabajo lo considero como una explosión desde un núcleo cilíndrico a la radiación que esto produce para dar paso a unos formas totalmente estables desde done parten el agua como fuente de vida. En las zonas aledañas, unos grupos de vegetación que dan serenidad y color a esta estructura», DESTACA Ramón.